Soy creativo.
Ya empiezo a estar cansado de las tendencias publicitarias. La nueva y más cool entre las marcas es dejar que el consumidor haga su propia versión del anuncio, convirtiéndose así en creativo. La primera fue SEAT para promocionar su nuevo modelo IBIZA Rock‘n‘Roll, le siguió PEPSI al pedirnos que nos fotografiáramos para aparecer en sus latas rodeados de miles de personas. COCACOLA, no iba a ser menos, y se unió a la técnica pidiendo nuestra versión personal del tema Lola y, por último, NOKIA se atreve a pedirnos ideas para la nueva película de Spike Lee. ¿Acaso ha llegado al final la imaginación de los creativos que tienen que recurrir al público para pedir nuevas ideas? ¿No se dan cuenta que con tanta avalancha acabaremos saciados y sin ganas de participar?
Antonio Rodriguez, Salamanca.
Extraído del periódico ADN, el 20 de abril de 2008.
La capacidad de renovación incesante de la publicidad hace que vaya probando nuevas fórmulas para conseguir captar la atención del cliente, sobre todo en estos tiempos poco favorables para el spot televisivo por culpa de la saturación. La estrategia discursiva de dejarle al receptor convertirse en un creativo emisor, intenta frenar la falta de eficacia provocada por la saturación que vive la publicidad en los medios tradicionales. No se trata de una falta de imaginación de los creativos, sino de hacer partícipes del proceso publicitario a unos clientes.
Esta idea modifica parcialmente el modelo de comunicación tal y como lo conocemos habitualmente. Ahora, se introduce un nuevo emisor, acostumbrado a ser un receptor pasivo o poco activo debido al proceso de decodificación en la publicidad, que se junta con la marca y la agencia de publicidad encargada de realizar la acción comunicativa en un pack casi indivisible. Con sus propias palabras, se crea un anuncio más cotidiano, donde lo cotidiano se tiñe de algún toque de espectacularidad, para que se complete el proceso de feedback con más eficacia.
Se podría decir que se utiliza al espectador para vender un producto, que al mismo tiempo, se está publicitando a otros consumidores y a él mismo. Y, ¿el premio? La satisfacción y la ilusión de poder decirle a tus amigos que has aparecido en el anuncio de tal producto -consiguiendo tus segundos de gloria y fama y, la envidia del resto que ello acarrea- o que te has convertido en el brillante creativo, al igual que otros tantos, que propuso una versión del anuncio o, incluso, de una escena de la película de algún actor conocido, aunque algunas empresas se atrevan a sortear algún premio especial. El problema es que actualmente este discurso publicitario está siendo utilizado por varias marcas a la vez y de continuar así llegará a saturarse y a aburrir a un espectador que se cansará, como bien dices, de dejar sus quehaceres cotidianos y sacar su lado creativo.